La vela (The candle)

Animation Short Film.

Escrito y dirigido por Laura de Miguel

Sinopsis

La Vela, nos adentra en la cotidianidad de un anciano, que vive en una ciudad y convive únicamente con la compañía de su perro, de raza galgo.

El hogar del octogenario es el escenario más importante en el que transcurre la trama. El contexto que describen las escenas sitúan al espectador en un momento en el que la pandemia mundial ha acontecido, sin dejar claro si estamos aún en ella o ya nos encontramos en periodo postpandemia. Todo transcurre en una fría tarde-noche de invierno.

Ajeno a la transformación digital y a los nuevos medios de comunicación interpersonal, el protagonista vive en una burbuja de aislamiento, incomunicación y soledad. Pero un giro en los acontecimientos ofrece una nueva interpretación para esta situación.

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Motivación del proyecto

Este proyecto nace de una experiencia de vida.

Tras tener que cuidar de mi abuelo de 93 años en pleno confinamiento por la pandemia ocasionada por la COVID19, sentí la necesidad de reflejar creativamente hablando, el poso que en mí había dejado el tiempo que pasé con él en aquellos días tan duros. Además de cubrir sus necesidades más básicas, hacía lo posible por cuidar de él emocionalmente pensando que podría estar sintiendo lo mismo que el resto, al estar “encerrado” en su casa día tras día. Hasta que, con el paso del tiempo, me di cuenta de que aquella excepcionalidad no era tal para él. Desde hacía unos años, tras la muerte de varios de sus seres queridos, una vida monótona y solitaria se había convertido en su realidad.

Por otro lado, hace un año y medio adoptamos a un perro de raza galgo quien ha sido todo un descubrimiento para nosotros. Al principio, por su apariencia, nos evocaba sensación de fragilidad, desconfianza y miedo, pero lejos de eso, se trata de un perro sociable, cariñoso y fuerte. Lo curioso es que, con la única persona de nuestro entorno con la que cambia completamente y emana esos primeros atributos, es cuando está en compañía de mi abuelo.

Con él, se hace pequeño, tímido y asustadizo. Pero, al mismo tiempo, desprende una sensación de respeto y entendimiento hacia las actitudes del anciano, dando la sensación de que percibe perfectamente que se trata de una persona mayor, cargada de carácter y sufrimiento a partes iguales.

Para terminar, en un momento en el que la conexión digital domina la vida de muchas personas, otras permanecen ajenas a ella y sin ningún interés para que esta situación cambie.

Este hecho provoca que existan realidades sociales que nos resultan extrañas, distantes y poco deseables. Pero, no nos equivoquemos, esta situación que puede no ser la más apetecible para muchos de nosotros, es la manera en la que viven y sobreviven muchas personas de nuestro entorno, aunque, precisamente por dicha desconexión, por ese no ser y estar digitalmente, nos resulten invisibles. A pesar de ello, ¿por qué no imaginar que tal vez, sus vidas, que nos resultan tan distantes y distintas, pueden contener cierto matiz de felicidad en su tranquilidad, ya que esa forma de vida podría ser la más auténtica y real?